Oda a la tristeza en un mundo hostil
02-08-2024Por: Alejandro Gabriel
Ale Gabriel encuentra el espejo del espanto en la última muestra de Malena Pizani, curada por Emmanuel Franco.
Siempre que veo de repente mi reflejo sobre las vidrieras mientras camino me sorprendo: me veo más viejo, el pelo más blanco, un señoro que camina dando saltitos… ¿Quién es esa persona?
Camino por Av Córboda hacia “Persona”, la muestra de Malena Pizzani en Galería Selva Negra, curada por Emanuel Franco.
Persona también se llama la saga de un videojuego japonés donde hay que invocar nuestros propios demonios (nuestras “persona”) a los que debemos combatir, para luego aceptar, para luego convertir en nuestros aliados. Para invocarlos, usamos cartas de tarot, máscaras, o simplemente nos pegamos un tiro. Fácil. Al principio, cuando aparece en el juego, el Persona es igual a vos, son “shadows” tuyos. Si no lo aceptás, se van volviendo más monstruosos.
En nuestro escenario tragicómico, Malena trae una respuesta amarga: mirar nuestras máscaras a los ojos. Tristeza y Austeridad. Bufones de corte, burgueses con moñito, payasos cansados de representarse. Sin colores flúo, sin escándalo implorando atención ni sueños de éxito empaquetados para freezar. ¿Qué hemos hecho? ¿En qué nos hemos convertido? ¿A quién votamos?
Ante la adversidad: una caja de herramientas quirúrgica: 4 colores, pincel y algunas fotos. Nada más. La austeridad y precisión de una bruja sabia que habla con los muertos.
Ante la hostilidad, el teatro como único escenario posible, para representar nuestras tragedias y comedias. Las máscaras serán necesarias, pero pagaremos un precio y no hay que olvidar devolverlas cuando se cierre el telón.
Una curaduría exquisita y enigmática: como un juego de cartas que aun no hemos entendido. Los perfiles de las Persona (que son retratos) se despliegan en un scroll infinito alrededor de la Galería.
Como hacemos en Instagram cuando buscamos a alguien en los contactos de otro, o en LinkedIn o cuando agarramos el maso de cartas buscando al Joker.
Es un mundo de sospecha continua: los dibujos que son dibujos, que son dibujos de retratos, que son máscaras, que son manos, que son títeres con cara, que son retratos, reflejos de nuestra mirada, retratos-espejos. Los miro de reojo y me parece ver un señoro de pelo blanco que me saca la lengua.