Vida cotidiana

El tiempo en espiral

27-01-2025
El tiempo en espiral

Estoy sacando las cosas de mi cuarto para pintar las paredes. Agarro mis cuadernos. De repente me viene una ola de enojo. De sinsentido. Casi diez años de recolectar palabras. Siempre tuve la convicción de que había grandeza en documentar los sentimientos, los procesos emocionales, los momentos. Que poder volver a eso era nunca perder el rastro de quién fui. Ahora miro los cuadernos, los leo de a retazos, y siento otra cosa. Me encuentro con balbuceos, pesimismos, devaneos, soledades, dudas. Pensamientos en círculo. En espiral. Y me pregunto: para qué. Capaz hay cosas que es mejor olvidarse. Es natural hacerlo.

Hace poco estuve en la playa de Mar del Sur, playa larga, desierta, acantilados ocre oscuro. Me encontré caminando largos kilómetros sola. Miraba hacia abajo y juntaba caracoles. Bolsas llenas. Ahora estoy vaciando mi habitación y, además de encontrar pedazos de paredes descascaradas por la humedad acumulada, encuentro caracoles. Por todos lados. Los cajones, estanterías, el armario, la mesa de luz. Se ve que hace años que vengo acumulando, al igual que pensamientos espiralados, caracoles.

Cuando estaba en Mar del Sur, sentada en la arena, escribí:

Tengo una bolsa de plástico al viento donde junto caracoles pequeños ¿Para qué? Podría hacer una estatua, llenar una habitación entera con todos los que a lo largo de mi vida junté. Me imagino caminando por Buenos Aires en busca de la casa joyera que me pueda decir con qué herramienta agujerear el nácar. Busco hacer con las manos lo mismo que el mar hace sacudiendo sus aguas contra los acantilados: pequeños agujeritos sobre conchas vacías. Espirales áureos donde antes vivían babosas salivantes.

Los caracoles quedan, perforados, sobre mi repisa. Jamás hago los collares. Y mi habitación se vuelve poco a poco una cueva tallada por la avanzada nocturna del mar sobre la arena. Una cueva a imagen de mí. De mis más desérticas pesadillas y mis más deliberados deseos.

El caracol fue la casa de un ser y quizás las palabras sean mi casa. Quizás de esto se trate.


Imagen de portada: Constanza Giuliani. “Gusano y girl”. Carbonilla.

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