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El archivo de Nicolas Jaar

29-05-2024

Por: Lucia Requejo

Un comentario sobre el último álbum del músico chileno y también sobre su presentación en Buenos Aires. En esta obra el artista revista memorias familiares, historias personales y cómo eso se entrelaza con la historia de Chile.

El archivo de Nicolas Jaar

En la novela de José María Arguedas Los ríos profundos, el niño que narra tiene su primer encuentro con las inmensas piedras incas sobre las que está construida la Catedral de Cuzco. Al acercarse y tocarlas con sus manos, siente una ebullición, un movimiento, y una voz. Las piedras están vivas:

—Papá —le dije—. Cada piedra habla. Esperemos un instante.
—No oiremos nada. No es que hablan. Estás confundido. Se trasladan a tu mente y desde allí te inquietan.
—Cada piedra es diferente. No están cortadas. Se están moviendo.
Me tomó del brazo.
—Dan la impresión de moverse porque son desiguales, más que las piedras de los campos. Es que los incas convertían en barro la piedra. Te lo dije muchas veces.
—Papá, parece que caminan, que se revuelven, y están quietas (46: 1985)

El niño siente más de lo que su padre, adulto, se permite. Demasiado embebido de mundo real, el padre subestima su experiencia mítica, su experiencia sensitiva de que aquellas piedras lleven, dentro de sí, vida, e intenta buscarle una explicación racional. De una forma u otra, el niño de la novela de Arguedas puede acceder a la cosmogonía indígena originaria de que los elementos de la naturaleza están tan vivos como los humanos, y unidos a ellos como parte de un todo. Pero la explicación racional de su padre no interesa al niño, tabula rasa de leyes y principios de la lógica lineal, y pierde poder frente a la sensación. La verdad es lo que puede tocarse con las manos. Las grandes piedras de la Catedral llevan consigo la historia, y pueden mostrar su ebullición a aquellos que están dispuestos a sentirlas.

No es casualidad que la primera frase que se oye en Archivos de Radio Piedras, el último disco narrativo de Nicolas Jaar que el músico vino a presentar a Buenos Aires el 19 de mayo, sea “te pido que sostengas esta piedra; no te cuesta nada. Sí, es un poco pesada, pero vale la pena”. Verbalizada en aquella invitación a tocar la piedra, Jaar propone en ese gesto dejarse afectar por la historia, “pesada”, de Chile, que duerme pero ebulle debajo nuestro. Tampoco es casualidad que, ambientada en un Chile del futuro, la narración comience con un incendio en una casa, que provoca la muerte de un niño en un pueblo chileno reseco, por causa de la negligencia de la minería extractiva. El niño de Jaar muere, pero al momento de morir, “recuerda que eso es lo que pasa cuando uno muere”. Quizás recuerda lo que le dijeron que era morir, o quizás recuerda porque no es la primera vez que muere.

A medida que continúa la narración, el niño encontrará una sobrevida, muerto pero vivo, subterráneo, sobreviviendo en una cueva gracias a alimentarse de elementos del universo (como estalactitas), y ocupando sus días con sueños. Cuando sus padres se retiran de la tierra donde murió, se le vuelve imposible soñar, indicando que existe una conexión entre territorio y posibilidad de imaginar, y probablemente, de futuro.

Lo único que queda en aquel futuro distópico de apagón tecnológico es la radio, vehículo a través del cual se narra. Dos personajes locutores narran recordando tiempos pasados a través de reproducir la música de Salinas Hasbún, desaparecido misteriosamente en Chile en 2022, cuyo nombre es un homenaje, compuesto de los nombres propios de las abuelas de Jaar: Graciela Salinas y Miriam Hasbún. Para acceder a la historia (escuchar a los mayores) es necesario infantilizarse, ser un nieto que transmite las historias que escuchó de sus antepasados.

En la presentación, esos relatos de piedra y fuego, trastocados de los sonidos típicos del dial de la radiofonía, pudieron escucharse en el boliche Deseo acompañados de alusiones a la injusticia de estos tiempos modernos, con Jaar recordando, siempre en el marco de la ficción sonora, que el telón de fondo para esta historia también pueden ser los rasgos de nuestro presente: las amenazas a la cultura que arroja el gobierno de Javier Milei, y a la posibilidad inminente de que cualquier tierra o institución tenga valor monetario. Archivos de Radio Piedras se localizó en Argentina, como se localizó en México y España, mientras Jaar desde su micrófono testimoniaba que “todos los ritmos vienen de otro lugar”. Justificando su presencia, su momentáneo paso por Buenos Aires, la radio del futuro, la radio Piedras, se convierte en una radio posible de re-territorializar, despojándose de su identidad, en pos de hablar simultáneamente sobre presente, pasado y futuro.


Foto de portada: Nicolas Jaar.