Artes visuales

Migas de Para vos, norma mía!

24-05-2024

Por: Feda Baeza

Migas de Para vos, norma mía!

Muchas veces les dije a otras personas que para vos, norma mía! es cómo me imagino que el mundo del arte debería ser para sentirme cómoda en él. Ahora me encuentro intentando explicar qué significaba esto que me parecía tan claro. Siempre supimos que este lugarno iba a durar para siempre, que en cualquier momento podía abandonarnos. Esa idea de final anunciado lo hacía tan diferente a un museo que tiene la misión de existir indefinidamente, más allá de si lo logra o no. Siempre dice: estoy acá para quedarme. Los distintos nombres que tuvo y sus superposiciones, 2019, spazio de arte, El universo, para vos, norma mía!, Normita que corresponden a espacios sucesivos o a distintos lugares del local en paralelo, de algún modo nos habían preparado para este instante. Pero ahora que esto está sucediendo siento que debería hacer una lista de mis impresiones y no tengo las cosas tan en claro. Era un lugar donde hacer muestras, comprar remeras, buzos, pantalones, gorros, libros, fanzines, dibujos, pinturas, artesanías, colgantes, aros, stickers, para hacer recitales, desfiles, lecturas, charlas, perfos, pero también era una especie de santuario, un taller, un mercado, una feria, un punto de encuentro para chusmear en la vereda, para beber con gente que una no conocía, para ranchear con quienes se quedasen hasta tarde y puedo seguir enumerando muchas cosas más. Era todo lo que a Fernanda Laguna, Andrés Politano y Santiago Villanueva se imaginaban que podían hacer ahí. Aún así, todo lo que digo no puede explicar por completo lo que nos pasaba. 

Algunos recuerdos mezclados. Clara Angélica Castro hizo una retrospectiva, mostraba sus pinturas, dibujos y videos de treinta años de trabajo. También trajo unos muñecos que estaban sentados en sillas. Ella me dijo que eran sus novios, no les hablaba cuando llegaba su pareja. Conocí a Cinthia Paraíso, pintaba un lienzo grande en la tienda, en el resto de la sala había otras pinturas y dibujos suyos con distintos personajes. Eran todas superheroínas, como muñecas del espacio. En un dibujo una penetraba a otra con una pija enorme. Chapé con alguien en una playa artificial hecha con arena mientras veía un video de Lulo Demarco en el que quedaba embarazado de un collie. En una muestra de Gumier Maier había un gran puff arrugado de muchos colores que parecía una carpa de circo. Una madrugada la extendimos por toda la sala. Acostadxs contemplamos las obras, había un estante con flores de Irupé hechas con mimbre y otras pintadas en tonos naranjas, rojos y amarillos. Desde esa altura y esa posición parecían moverse, como flotar por las aguas del río. Leí un poema de Luana Salvá: Sean putas / Sean borrachas / Lindas o feas / Peluqueras o de closet / Qué importa! / En el barrio las recuerdan sus amigas y vecinas. Abrí otro fanzine y leí un poema de Gisella Rivas sobre Juanito Laguna: ¿no eres feliz aquí? / Pues fijáte que sii  / Margarita: ¿y entonces por que te kieres ir? / Es que hay algo más allá para mí  / y lo quiero descubrir / pero no sé donde seguir. En El universo encontré un cementerio de insectos. Cada uno tenía sarcófago. Una cucaracha, envuelta en encaje blanco, descansaba dentro de una cajita de fósforos forrada de azul oscuro. Un grillo estaba dentro de un foquito de luz, como los que se usan para las guirnaldas en navidad, tenía unas cintitas rojas en las patas. Una noche nos quedamos seis personas con las llaves, se había inaugurado la muestra de los telgopores y encajes de Yente. Bailamos en la sala junto a las obras. El tenerlas tan cerca la hacía más vulnerables, como si en ese cuarto con las luces bajas pudiesen expresarse con franqueza sin ningún tipo truco que las mostrara lejanas.

En un texto de una muestra de Fer se podía leer esta enumeración: 1 tapiz, 1 árbol mágico, 3 frascos decorados, 1 cementerio, 1 cuadrito con caca de perro, 3 Madonnas, 1 chica llorando y 12 pedidos especiales. Cuando pienso en para vos, norma mía! me la imagino como una enumeración escrita en un papelito. Otra vez, ella dijo que el arte son sus dibujos en un diario, cosas que vende en la tienda, son como migas de un recorrido. No hay algo así como una obra, un evento. También se sabe que decir para vos, norma mía! es como decir “te quiero”, es algo que se expresa pero tampoco se sabe bien que significa, simplemente se regala o se invita. Y un poco todo esto fue para mí este local. Un sendero de migas, una serie de pequeños hallazgos que una podía conservar. En esa época, la vida era así para mí, estaba un poco pérdida y precisaba ese caminito sin grandes definiciones para seguir. Entre las cosas que me quedaron pendientes, una fue hacer un desfile para el carnaval en para vos, norma mía! Me habían invitado pero, por distintas cuestiones, no lo hice. Lo voy a hacer ahora.

Todxs tenían puestas guirnaldas de irupés de colores en la cabeza hechas por Gumier. Bailaban y cantaban chapoteando en una gran fuente azul cerúleo de Ideal Sánchez. Michelle animaba la ronda con un megáfono. Gisella y Mayra iban detrás empujando un carrito que tenía frases de colores pegadas: Fantasía o realidad??? Te animas a descifrar? Lo miraste? Lo pensaste? Ceretti las había ayudado a decorar el carro que tenía cds brillantes pegados, recortes de bolsillos de jeans con flores y un tubito de lubricante Tulipán. Ana también había colaborado con unas telas bordadas con abejas de colores flúo: fucsia, amarillo, naranja. Baby se puso a perrear dándolo todo hasta abajo mientras nos enceguecía con las luces de sus zapatillas. Gala cantaba un aria de ópera, llevaba un traje que tenía pegados pedacitos de obras de madera pintada por Naum Knop de colores rosados, verde agua y marrón que parecían caballos y alfiles de ajedrez. Los novios de Clara escoltaban a Gala bailando y tirando para arriba stickers de colores de las Kumbia queers que decían paraíso tropipunk. Santi, Rod y yo correteábamos como niñas entre el gentío alborotadas por el subidón del carnaval. Fer se había montado sobre el carrito vestida de muchos harapos de colores turquesas, rosa chanel y dorado. Andrés pasaba música desde la cabina que montamos en El universo decorada con lucecitas. Fabián le preparaba unos amarguitos. Ceci había perdido definitivamente en control y batía un espumante bañando a toda la gente que pasaba desprevenida. Entre los papelitos de colores, las frasecitas pegadas, la espuma de la bebida y las flores del irupé, el tiempo se encrespaba como los rizos de una peluca gastada. El sol empezaba a ponerse y nos dio los últimos destellos de la fiesta encendiendo los colores de la carroza. En ese momento tuve una visión: pude vernos desde lejos, como frases escritas en papel glasé, migas de shibré que nos dejaron estos años.