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La obsesión y un Bebé Reno

14-05-2024

Por: Gretel Müller

Richard Gadd aparece con una miniserie que solo genera dudas y discusiones en torno al acoso. "¿A cuántos grados estamos de un stalker? Y, ¿a cuántos de convertirnos en uno?", se pregunta la autora de este texto que piensa y repiensa algunos de los interrogantes que flotan alrededor de esta producción.

La obsesión y un Bebé Reno

“Es una historia de stalkers dada vuelta”, explica Richard Gadd en una entrevista que da por el lanzamiento de Bebé Reno, la serie que produce, guiona y protagoniza. Sin embargo, es mucho más que eso: basada en su propia experiencia, la serie relata de manera explícita los matices de abuso físico y virtual. 

En la ficción, que tiene una precuela en formato stand up, Gadd interpreta a Donny Dunn, un comediante fracasado, mientras que Jessica Gunning a su stalker, Martha. La historia semi-autobiográfica de un joven que es acechado por una mujer mayor comienza en tono de comedia oscura y, entre tintes de thriller psicológico contado en primera persona, se transforma en un drama agobiante y visceral que hacia el final deja en evidencia las capas de abuso que se suman a las que ya existían desde el inicio de la trama. 

Una obsesión perturbadora te invade desde el minuto uno: la vi de principio a fin casi sin corte. Como si fuese parte de los personajes, atrapados en la trama, desquiciados por sus obsesiones, angustiados por la desolación del contexto actual y consternados una y otra vez en el espiral de los 30 minutos que dura cada uno de los siete episodios. En este recorrido, a las cuatro de la mañana  de un domingo me pregunté: ¿Qué es lo que más nos llama la atención de esta serie y por qué está generando la misma obsesión por parte de los espectadores que intenta prevenir? 

Por un lado, trata temas que son necesarios abordar en una sociedad pospandémica, donde las secuelas de los vínculos atravesados por la virtualidad son evidentes en contexto social, cultural y económico. Se exploran cuestiones relacionadas con la salud mental, los vínculos afectivos y sexoafectivos, así como la necesidad de contar con herramientas legales para establecer límites a la ventana mediática en la que todos exhibimos nuestras vidas. Por el otro, la serie explora la construcción del amor, el afecto, el éxito y la búsqueda (o falta) de aprobación, contrastándolos con la fascinación y la obsesión de conocer a alguien sin realmente saber quién es. El cómo los halagos, la compasión y la dopamina de las redes sociales, en un momento de desolación y austeridad emocional, pueden hacernos vulnerables al acoso ¿Por cuántos likes estamos dispuestos a exponernos al otre? 

Salvando las distancias con la trama, ¿a cuántos grados estamos de un stalker? Y, ¿a cuántos de convertirnos en uno? Una posible identificación con la serie es el hecho de verse enredado en las sutilezas de la información que se desparrama por las redes. Y además potencia mandatos de género, individualismo y exigencias de éxito propias del contexto actual. Algo que también toma la serie -y es interesante- es que deja en evidencia que el abuso no distingue género (aunque sí estadísticas). Como así también la existencia de un vacío legal en materia de ciberacoso, abuso y hostigamiento. 

En Argentina hay leyes que abordan la problemática del ciberacoso y el grooming. Sin embargo, ninguna de estas reglamentaciones establece parámetros legales sobre la virtualidad en las relaciones entre adultos ni en relación al género.

En la serie, Richard Gadd relata cómo, a pesar de recibir más de 40 mil correos, cartas a mano, mensajes y comentarios en redes sociales, así como amenazas dirigidas a sus padres y parejas, e incluso apariciones en su lugar de trabajo y en su propio domicilio, le resultó muy complejo encontrar apoyo legal y atención psicológica tanto para él como para su acosadora. Aunque en la historia Martha es encarcelada, en la vida real esto nunca ocurrió. Gadd admite que decidió no continuar con el proceso legal y optó por obtener una orden de restricción porque, en cierto punto, el sistema también había fallado a una mujer que necesitaba atención de profesionales de la salud mental, no solo un proceso penal.

Por último, y a modo de cierre casi irónico como consecuencia de la difusión de los hechos, la misma Marta (la de verdad) se vio envuelta en amenazas de muerte y acoso en sus redes sociales por los fans que vieron la serie. Gadd tuvo que salir a pedir que por favor dejen de hostigar a su hostigadora. Es un plot twist con aire de obviedad, pero a la vez desolador. Nuevamente, la solución no radica en la reflexión sobre los problemas que estamos atravesando como individuos y sociedad, sino en volver a los mismos mecanismos que una vez nos dañaron a nosotres y o dañaron a otres. Una vez más, la trama de la serie queda expuesta y evidenciada en la vida real.


Bebé Reno
Creador: Richard Gadd 

Reparto principal: Richard Gadd, Jessica Gunning, Nava Mau
Géneros: Drama, Biografía
País: Reino Unido
Disponible en Netflix

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