¡Escupir! Una charla sobre cerámica con María Guerrieri
22-02-2024Por: Claudio Iglesias
¿Cúal fue la época de tu vida en la que más cerámicas hiciste?
Yo había ido de chica a clases de cerámica. Y después cuando [mis hijxs] Isa y Vicho eran chicxs, 2013 o 2014, ellxs empezaron a ir a un taller de cerámica que estaba bueno. Y ahí me metí yo también en ese taller. Aprendí a hacer chorizos, las formas largas que hacés al amasar y que después podés usar para construir de distintas formas. Yo las quería usar para dibujar… para hacer dibujos con esas líneas de distintos colores ya hechas, colgándolas de la pared.
Pero entonces me regalaron una libretita con hojas que tenían un componente de arcilla. Y pensé en dibujar sobre cerámica, tratando de encontrar una opción al dibujo sobre papel. Pensando en dibujar sobre un material que fuera vidriado, que se conservara solo. Empecé a hacer placas rectangulares de arcilla. Fui al taller de Gabriel Baggio y después a otro taller, donde aprendí a hacer rectángulos. Aprendí técnicas: dibujo con pincel, dibujo incrustado, todo antes de tener un horno que me compré con una beca del FNA en 2017. Ahí empecé más en serio: ceniceros, cosas utilitarias, más chorizos…
En el medio hice una muestra, en el Centro Cultural Recoleta, de los chorizos y las plaquitas. Todo pegado a la pared. Se llamó Informe araña, una muestra muy chiquita, en 2016.
Dibujabas con la cerámica. Y después hubo más cosas que no mostraste en esa muestra.
Después hice unas placas planas, después hice unas piezas que no mostré nunca. También hice en el torno cosas más utilitarias. Lo que más me gustaba era dibujar: bowls dibujados, que quedaban medio deformes. Algunos platos, ceniceros, todo dibujado. Pizzas de cerámica…
A veces dibujás (sobre papel) objetos escultóricos, o estatuas. ¿Cómo llega eso después a la cerámica?
Sí, en la arcilla está implícito ir a lo corporeo, a la tercera dimensión, pero en mi trabajo no. Hago cosas planas con cerámica. Por ahí entra la tercera dimensión en el dibujo. Me gusta eso que tiene la arcilla, algo de ser hecho de barro, de crear vida a partir de ese material. Las pizzas vinieron un poco por eso. Cuando uno agarra la arcilla te imaginás que podés crear un mundo con todas las cosas que tiene…. Como que con este material puedo recrear lo que se me ocurre.
Se podría hacer un mundo con arcilla pero más deforme todavía… más deforme que la realidad.
Las pizzas tienen algo de chiste. Pensaba en las obras de Mariana López, sus objetos hechos de tela. Como que el chiste es que una pizza sea una pizza de cerámica. Como que algo no sea lo que debe ser (usar un cenicero de cerámica con un cigarrilo de cerámica, si no.)
Es como un eco deforme del mundo, muy gracioso. Poder comer cualquier cosa que agarrás. Estaría buenísimo poder comer así. Agarrás el palo, amasás, horneás y decís: listo, a comer. Sin tener que comprar, lavar, preparar… todo lo que hay que hacer con la comida.
Como si te pudieras comer los azulejos o las baldosas…
Medio como comerte cualquier cosa que tenés al lado, sí.
¿Y las placas?
Las placas aparecieron por un tema de resolver algo del soporte. El papel es la superficie que más me gusta pero todo el tema de enmarcar no me gustaba. La cerámica venía a reemplazar eso. Pensé que iba a funcionarme y lo probé, pero es complicado, porque la superficie absorbe mucho el agua, se corta mucho el trazo. Se puede esmaltar antes o después. Pero es complicado de las dos formas. Por eso probé incrustar, que es dibujar desbastando y después rellenando con arcilla coloreada. El trazo ahí es continuo. Pero es mucho más artesanal.
¿Había mucha incomoidad en el trato con el material? Como ese trabajo para tratar de hacer algo o controlar un efecto secundario. Como usar un instrumento para hacer ruido, ¿algo así?
Yo tenía esa idea de dibujar sobre un soporte ya vidriado, eso era la cerámica para mí. Cuando era chica pensaba que las profesoras le echaban vidrio triturado a las piezas cuando nos íbamos del taller al final de la clase. Eso me encantaba. Después me había olvidado la cosa tan seca de la cerámica, ahí apareció la dificultad. Dejé de ir a talleres porque se ponían demasiado técnicos. Cada tanto me dan ganas de volver a probar.
¿De chica qué hacías?
Hacía ceniceros. Íbamos a una escuela a contraturno, Escuela de Estética se llamaba. Era una escuela artística, con varias materias. En cerámica trabajábamos todos alrededor de una mesa. Los trabajos se veían polvosos antes de entrar al horno y después brillantes.
Hacer cosas utilitarias era super bien recibido en la infancia. Todos hacíamos ceniceros. Hacíamos muchos trabajos grupales. Después más tarde hice ceniceros. Aprendía con una profe que me dijo que el rojo era muy caro. Yo lo mezclé y quedó todo marrón, después cuando fui a comprar me di cuenta de que había un montón de marrones y que sí el rojo era carísimo.
Mi uso de la cerámica es mucho más amateur que el de la gente que sabe o va a los talleres para hacer el proceso del ceramista bien aprendido. Como demasiado obsesivo y medio industrial.
¿Y cómo es la relación entre los objetos de arcilla y la historia de vida de una persona? Macetas, platos, todas esas cosas.
Una vive rodeada de cerámica y en un momento se da cuenta de que también puede hacer objetos de cerámica. Pero también hay algo en la masa, algo táctil, de darle forma, que se sostenga, que es moldeable, que me hace acordar a la comida, a amasar pan, que de chicxs a veces te dejan hacer, y que también tiene un poco de relación con la caca, cuando ves la caca que queda en el inodoro, o caca de perros. Y después lo que te permite, lo que más ves en un taller, es que los objetos que te rodean son utilitarios. Y decís: yo puedo hacer estos objetos.
También cuando ves cerámica precolombina, ves objetos utilitarios que tienen fantasía: animales, o cosas que a una le parece que tienen fantasía… decís, podés hacer lo que quieras.
¿Y la relación con el arte precolombino, de dónde viene?
Me relacioné con eso medio de manera escolar, en septimo nos llevaron al Museo de Ciencias Naturales de La Plata. Nos dejaron libres por el museo para que cada unx escribiera lo que quisiera sobre alguna pieza. Yo escribí sobre una pieza hecha con metal. Y cuando tenía quince años fui a México y me enamoré del Museo de Antropología. Fui varias veces a recorrer la colección…
¿Ibas sola…?
El viaje lo hicimos con una amiga que tenía quince y el hermano de ella que tenía doce. Parábamos en lo de un amigo de los padres de ellos, argentinos exiliados allá. Andábamos medio a solas por la ciudad. Al museo íbamos mi amiga y yo. Me gustaba el lado más formal de las piezas pero también el imaginario enome, y para mí un poco desconocido, algo entre religión y cultura… pero también cómo a las cosas utilitarias, que había un montón, se las llenaba de contenido. Era muy impresionante, muy variado, todo muy rococó, muy laberíntico.
Al ver una pieza que tenía una función pero ahora está exhibida, en una base, en una vitrina, ¿cómo hacer para ver? Por ahí a veces es raro pararse adelante de algo y verlo, ¿no te pasa?
Es verdad como que es raro ver la cerámica como arte, como que no sabés que estás viendo, en el museo de allá creo que lo que me pasaba es que estaba tan presente que es un museo de antropología, que las piezas son algo histórico, parte de una cosmovisión… no te las presentaban como arte, capaz que eso cambiaba la manera de mirarlo.
¿La puesta en escena?
Claro. Un montaje teatral para piezas que tienen la impronta de lo utilitario, creo que eso activa algo vivo, que pasa en el teatro, esa cosa solemne pero en la que puede pasar cualquier cosa, con el actor que puede no solo cometer errores, escupir, trabarse, caerse, hacer algo mal.
Imagen de portada: ‘Sin título’, María Guerrieri. Lápiz sobre papel 2018.