Literatura

Perra cuidadora: Troika, el nuevo libro de Isabel Zapata

23-05-2024

Por: Elisa Palacio

En esta reseña del último libro de la autora mexicana, lanzado este año en la Argentina a través de la editorial Rosa Iceberg, se entrelazan preguntas sobre las tareas de cuidado y cómo flotan alrededor de la trama de esta novela.

Perra cuidadora: Troika, el nuevo libro de Isabel Zapata

Leí Troika de Isabel Zapata, publicado por Rosa Iceberg, en uno de los primeros fines de semana fríos del 2024, en el barrio de San Nicolás de la Ciudad de Buenos Aires, a la vuelta del Congreso de la Nación. Me hizo extrañar en formas iguales a la Ciudad de México, a mis perros del pasado y a la mismísima infancia. Cuando me hablaron de qué se trataba Troika, pensé en que me venía como anillo al dedo porque me estaba interesando particularmente por los temas vinculados a las tareas de cuidado. Pero la historia, su tono y sus personajes van mucho más allá de eso, aunque la temática no dejó de resonar durante toda la lectura.

Troika es una perra callejera que aparece en la puerta de una casa de familia en el barrio de Coyoacán -Ciudad de México- en los años 90. Una familia vuelta matriarcado, donde una madre, con destellos de intelectualidad sensual y fortaleza distante, cría a una hija y a un hijo sola hasta que decide contratar a una cuidadora y empleada doméstica con cama adentro. 

Isabel Zapata narra en pasado un momento de la infancia, los años de convivencia con Francisca, la trabajadora del hogar, y con Pérez Troika, o Troika, la perrita que así fue bautizada por la madre. La primera parte del libro es una historia en primera persona y la segunda es unx narradorx omnisciente que reconstruye lo sucedido con el foco puesto en Francisca.

Leí Filosofía del cuidado, un libro de Borys Groys publicado por Caja Negra, el año pasado. Una amiga me lo prestó, después de tener una charla sobre los cuidados que yo le estaba brindando a mi mamá por cuestiones de salud. En ese libro, Groys hace un análisis y recorrido sobre cómo el mundo contemporáneo valora la salud. En la introducción hasta lo compara con el lugar que antes ocupó la religión. Así pasa desde Foucault, Nietzsche, a Hegel, entre otros, haciendo su particular análisis sobre el cuidado, relacionándolo también con el mundo del arte y el del trabajo. Groys dice que el trabajo de cuidado es improductivo, ya que permanece siempre sin terminar, y supongo que también porque no produce ningún producto (más allá de sostener la máquina, aunque se cuide también a quienes son improductivxs para el sistema). Sin embargo, afirma, es el trabajo más importante y necesario. El trabajo de cuidado sostiene al mundo, dicen muchas consignas feministas, lo dicen las feministas, ya que, al menos en Argentina, es realizado en un %98,2 por mujeres, y debe ser un número parecido al del México de los ’90s de Francisca, al del actual, y similar al resto del mundo. 

Con influencia marxista, en un momento del libro, el autor alemán diferencia el espíritu del cuerpo, y así, el humano entendido cómo máquina y como animal. En cuanto máquina, el humano es considerado sano, cuando trabaja y es funcional -y el sistema de cuidados acá hace todo lo posible para que siga trabajando-. En cuanto animal, el humano es deseante y deja de ser funcional al perseguir este deseo hasta cumplirlo, el deseo, en consecuencia, es perjudicial para la salud y para el trabajo.

Cuando releí esto pensé en que en la primera parte de Troika, Francisca es una trabajadora del cuidado funcional, es una mujer máquina, que limpia cocina y cuida. Hace la tarea, va al parque con la perra y con la niña, juega con ellas, se queda fuera de hora si la jefa lo necesita, y así todos los días de manera repetitiva. En la segunda parte de la novela, en cambio, Francisca es una mujer animal que actúa persiguiendo un deseo y, sobre todo, una creencia, deseo animal y creencia cultural que choca con su trabajo en la ciudad. Por eso vuelve al campo. Aquí la cuidadora tiene sus fantasmas, su pasado, su relación con la naturaleza, con su cultura y su inconsciente -porque sus sueños le hablan-. Aquí hay una desfuncionalización de doble vía. La mujer de la limpieza, dice Boris Groys, es generalmente una campesina que, por las crisis económicas producidas por revoluciones tecnológicas se vuelve disfuncional. Francisca va hacia la ciudad, busca ser funcional, cuida una familia entera, y luego, al abandonar a esta familia y volver al campo, hace el camino inverso, dejando de ser una trabajadora.

Pero claro, la parte de la Francisca deseante es una reconstrucción de la autora, es su manera de completar la historia, de darle sentido. Una manera de trabajar un trauma, el trauma como algo que sucede de golpe y no se comprende. La autora habla de la memoria, de reconstruir la temprana infancia y lo que le falta, lo inesperado, lo misterioso y difícil de comprender para una niña, lo inventa, lo imagina y lo narra con detalles cariñosos y empáticos.

En esta historia, de familia ensamblada, se narra con cariño a todos los personajes, aún con la complejidad que los ensambles pueden implicar para el cariño. Y es una familia ensamblada típica que, luego de que los xadres se separen se vuelven a juntar, pero también es una familia con ensambles interespecie, ensambles de clase y ensambles de fantasmas, de cuerpos y espíritus. El mismo cuerpo-espíritu que divide al ser funcional y al deseante, que según esta lectura, es el nudo de esta historia.


Troika, de Isabel Zapata.
Editorial Rosa Iceberg. 2024
208 páginas.
Novela.

Imagen de portada: “Perro y perdices”, Jean Baptiste Oudry. Colección del Museo Nacional de Bellas Artes.

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