La velocidad de las palabras
23-12-2024Por: Ana Montes
Una reseña del primer poemario de Ana Guebel, Accidente y milagro, que contiene textos que son de todo el tiempo y de ninguna parte.
Que el dolor sea corto es el capricho de una época que no se concentra
Con esa frase, que podría ser el estribillo de una canción o el print de una remera pero que es un poema en el que se condensa el espíritu de todo el libro, arranca Accidente y milagro de Ana Guebel. Sus poemas obedecen al régimen de la velocidad. La velocidad del entusiasmo joven de querer salir al mundo y vivirlo todo.
se escribe mucho más rápido usando lugares comunes
y yo tengo mucho que contar
necesito velocidad
Una velocidad que es también la encarnación de la ansiedad de esta época. En la contratapa Juan Laxagueborde dice que este es un libro pos posmoderno. Le pregunto a Ana que imagina que quiere decir esto y contesta que cree que se refiere a pegar la vuelta varias veces para no llegar a ningún lugar. Sus poemas encuentran certezas que duran lo que dura una historia de Instagram.
la rapidez de internet no te va a ayudar con tus preguntas
Sin embargo, los poemas de Ana Guebel son de todo el tiempo y de ninguna parte. Algo en su universo me resuena a Frank O’hara. En el prólogo de Lunch Poems, Matias Serra Braford dice que O’hara “tiene una voracidad poética que todo lo fagocita”. Esa misma voracidad se puede identificar en los poemas de Accidente y Milagro. El lenguaje aparece como una forma de procesar la vida, como un intermediario necesario para fabricar experiencias y fijarlas en el medio de una juventud alocada que avanza demasiado rápido.
no dejo de estar parada
de pie o sentada
como a la espera de que
la vida empiece
me pregunto siempre:
¿la vida dónde está?
¿Cuándo empieza la vida, cuando se la vive, o cuando se la escribe?
Sobre esto Ana cree que “se puede pensar un paralelismo con lo que dicen las influencers de manifestación: que con las palabras que te decís a vos misma creás tu autopercepción. Para mí eso es lo más genial de escribir, poder deformar, cambiar el signo de las cosas a conveniencia”. La escritura es en este libro un acto de fé. Una forma de procesar el accidente, una búsqueda del milagro.
Por eso el libro se divide en dos: accidente y milagro. Dos caras de ese camino hacia la revelación. Ana dice que siempre quiso que un rayo le partiera el pecho “como a Justine en Los infortunios de la virtud de Sade. Pero ese rayo tiene que ser una idea. Una idea que te rompe y deslumbra. Violento y sublime, que es lo mismo. Accidente y milagro es esa búsqueda” Ese rayo impacta en estos poemas que ahora leemos. Poemas en los que se superponen la deriva, la velocidad de una época, papeles descartados, ideas que valen todo, que después ya no valen nada y que dejan lugar para otras más nuevas que brillarán aún más.
Accidente y milagro, de Ana Guebel.
Simetría Doméstica.
2024.
Foto de portada: Pettoruti, Emilio. Dinámica del viento. 1915. Colección MNBA.