Artes visuales

Trabaja y confia

18-03-2024
Trabaja y confia

Diez años atrás vi por primera vez una obra de Daniel Edwin Alva Torres, “Chicha” para lxs amigxs. Era un papel blanco donde había escrito, con una caligrafía amorosa y los colores de Boca, solo dos palabras: “Trabaja y confía”. Pienso muy seguido en esa obra. El efecto entre la simpleza en la composición y la fuerza de esas dos ideas juntas me acompaña siempre, sobre cuando me mareo un poco.“Trabaja” y “confía”, dos palabras que no llevan la tilde del imperativo porteño, sino la suavidad del acento peruano, que Chicha nunca abandonó aunque acumula ya muchos años en Buenos Aires.

No dejó atrás su acento ni esta idea/manifiesto que parece unir los ladrillos de Fundo al lápiz en sus sombras, su muestra en Piedras Galería. Chicha te atiende en persona, charla con lxs que se acercan, con los ojos chispeantes y la birrita en mano. Me cuenta que estuvo diez años alejado del mambo de mostrar, inaugurar, venderse. En 2014 decidió juntar sus cosas y comenzar un sendero hacia adentro. Interior no significa inactivo. Se dedicó a dibujar, escribir, jugar fútbol mixto, construir su casa, vender tamales, armar un taller de dibujo con los niñxs de su barrio, el Fraga, pegado a las vías en Chacarita, entre otras muchas cosas. Sin ruido externo ni presiones ajenas se tomó un tiempo para profundizar. No dejó de ser artista, solo dejó de participar del juego. 

La sala intermedia de Piedras tiene menos luz que las demás, está como en penumbras. La primera impresión es que está despojada, pero después de la primera vuelta tengo miedo de que no me alcance el tiempo para ver todo lo que hay. Varios cuadros grandes saltan a la vista, pero entre ellos se expande un universo de mensajes cifrados y secretos, algunos diminutos. Entre los huecos que dejan la pila de cajones de Quilmes, por ejemplo, se esconden frases escritas en letra manuscrita. Un gran mensaje en lenguaje de señas nos detiene por varios minutos. Nos cuesta resolverlo, aún con el alfabeto que los vendedores sordomudos reparten en el tren como guía. Fundo al lápiz… exige curiosidad y presencia. El que quiera hacer una visita rápida, que no venga.

Me dice que su técnica es la verdad. Y la verdad toma muchas formas.Acá conviven dibujos minuciosos y llenos de detalles con objetos encontrados en la calle, fotos de familia, notas, manifiestos (“Arte: el pretexto de algunos para mentir y de otros para ser honestos”) y hasta un videoclip al que le pone cuerpo y voz. En uno de los trabajos se ve el plano vertical de una casa. La arquitectura abierta muestra las etapas de la construcción de una casa que sube hasta llegar a un baño que aún no tiene paredes, está a la intemperie, señalando lo que falta. Este cuadro se espeja con el videoclip que gira en loop y que Chicha protagoniza, dirigido por Julia Lucesole, Amelia Orden y él mismo.. La cámara lo sigue también en subida, con un falso plano secuencia. En el camino se va encontrando con vecinos  y escenas de la vida cotidiana en el barrio. Su gorra amarilla que dice “Choclito” brilla sobre el ladrillo de las paredes sin revocar. Asciende hasta los cielos, una pelopincho llena hasta el tope ubicada en la terraza, mientras nos canta a cámara una especie de anti-trap: la música es una base oscura pero con una letra luminosa que llama a confiar en uno mismo, no dejarse marear por la boludez del arte y las luces y nos recuerda que nadie vale más que la gente. 

Chicha parece seguir el ritmo de su cumbia interna. Si la velocidad de Instagram exige mostrar todo el tiempo trabajos nuevos, él decide detenerse. Si la onda es armar una personalidad digital construyendo un perfil individual, él prefiere darle paso a la voz colectiva, hablar desde su comunidad. Porque si algo aprendió en el barrio fue a pensar con los otros, y si algo aportó a la construcción de su universo sensible es la vida cotidiana de su gente, obrerxs, trabajadoras, vendedores ambulantes, niñxs; todxs lxs que cada mañana hacen avanzar un nuevo día lleno de dificultades y carencias, pero también de tradiciones, nostalgia y de amistad. Dentro de su comunidad, su misión es detectar esos destellos y transmitirlos. “Yo tengo el megáfono”, me dice. Y lo piensa usar. 


Fundo al lápiz en sus sombras, de Daniel Alva, puede visitarse de jueves a sábado de 16 a 20 en Piedras Galería, Perú 1065 (Ciudad de Buenos aires).

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