Diga lo que piensa

Mariana Eva Pérez: “O hablamos desde el humor o nos morimos del desánimo”

19-04-2024
Mariana Eva Pérez: “O hablamos desde el humor o nos morimos del desánimo”

Medio en broma, medio en serio, Mariana Eva Pérez suele decir que se considera la “esmóloga más joven”. Mucho antes de que la ex-ESMA se convirtiera en un sitio de memoria al que la sociedad civil pudo entrar para conocer las historias de secuestro y tortura sucedidas ahí mismo durante la última dictadura militar argentina, Mariana ya tenía en su cabeza un croquis bastante acabado del espacio: se había pasado años escuchando relatos de sobrevivientes (algunos de los cuales habían sido compañeros de cautiverio de su mamá), había visto planos, se lo había imaginado. Cuando la exdirectora del Sitio de Memoria ESMA Alejandra Naftal la invitó a guiar una visita por el espacio, Mariana le contestó que se imaginaba más bien “organizando una antivisita”. Tiempo después le dio forma de performance a aquella provocación: primero en el Centro Cultural Paco Urondo, ahora en el Centro Cultural Konex –y en el medio, en un montón de otros espacios– Mariana lleva adelante junto a su prima, la coreógrafa y performer Laura Kalauz, una visita experimental por la ex-ESMA por fuera de la ex-ESMA. En ese ejercicio de imaginación al que invita a los espectadores, pone a jugar elementos de todas sus facetas: la artística –en el increíble Diario de una princesa montonera y en varias de las obras de teatro que escribió, ensaya una voz siempre refrescante para hablar del “temita”– y también la académica –en su tesis de doctorado se dedicó a pensar la dimensión espectral de la figura del desaparecido en el teatro; es decir, en qué medida los fantasmas de los desaparecidos resuenan en nuestro presente. Entre el relato histórico y el acontecimiento  conceptual, Antivisita – Formas de entrar y salir de la ESMA es un acontecimiento imperdible de la agenda cultural de la ciudad, que desde su estreno hasta hoy fue mutando, más por los acontecimientos externos que por los cambios intrínsecos. 

Si en un principio teníamos miedo de que la obra fuera un poco melancólica, o que pareciera muy fijada en el pasado, ese temor definitivamente se disipó: el diálogo que establece con este presente es directo. Sin cambiarle nada al texto, la Antivisita empezó, desde el año pasado, a resonar distinto. Y digo que no cambiamos nada porque siempre que intentamos hacerlo para hacer referencia directa al contexto actual, nos pareció fallido, no nos gustó cómo quedaba. En algún momento nos dimos cuenta de que no hacía falta: decimos lo mismo, en muchos casos el sentido cambia por completo. 

Muchas de las líneas que en 2022 se podían leer en clave de insistencia sobre determinados temas, ahora se convirtieron en una denuncia casi directa: la sensación es que hay que recordar que en la ESMA hubo violencia estatal masiva, que hubo partos, que existió el robo de bebés. Fue como una suerte de corroboración: “Esta información que estamos dando en la obra de manera fragmentada, algo rota, sobre todo porque creíamos que era demasiado redundante, evidentemente no es redundante; vamos a tener que denunciar todo esto otra vez”. De pronto nos dimos cuenta de que no somos melancólicos, no estamos obsesionados: Victoria Villarroel trajo nuevamente al debate ciertos temas que parecían saldados, y nosotros tendremos que volver a tomar posición. Y tomamos posición diciendo exactamente lo mismo que decíamos, lo que pasa es que todo alrededor cambió. Estamos quemando etapas. O, quizá, teniendo una regresión. No sé muy bien, lo que sé es que volvemos a ser resistencia. Y cuando encima ves lo que está pasando en la ESMA real, ves que despiden gente, que desfinancian los espacios, por momentos aparece la pregunta: ¿vamos a terminar siendo la única ESMA que se pueda visitar? Si están cerrando senderos de parque nacionales, ¿por qué no habrían de cerrar la ESMA? ¿Porque fue declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad? Si están avanzando sobre todo. 

¡Fuimos pioneras! Empezamos a trabajar con el espiritismo mucho antes de saber que Karina Milei invoca a Conan. Muchas veces pienso que en algún momento deberíamos animarnos a hacer una sesión de espiritismo de verdad, con gente que ya vino a la Antivisita, a ver qué pasa. Invocar a nuestras personas muertas, intentar entrar en diálogo. Invocar, tal vez, a Conan. 

Me lo imagino un poco como Milei, pobre: ha sido un perro maltratado. Y entonces, desde el más allá, se quiere vengar de todos nosotros. Hay que sanar a Conan. Quizá ese sea el camino para librarnos del mal: constelar con él. 

Difícil, eh, pero supongo que se puede. Yo creo que si no encontramos la manera de hablar desde el humor nos vamos a morir del desánimo. Porque lo que hay en este momento es una suerte de guerra psicológica sobre nosotros, una intención de bombardearnos todo el tiempo con noticias catastróficas, sumado a que la guita parecería ser lo único de lo que podemos hablar, porque está siendo una preocupación acuciante. Pero, si no nos abrazamos al humor, ¿quién nos va a rescatar? También me parece que hay que empezar a burlarse más de ellos, a poder satirizarlos más. Que de esa forma los vamos a dejar desnudos y les vamos a perder el miedo. En ese sentido, reírnos es una herramienta fundamental. Me acuerdo de que Pilar Calveiro le dedicó su primer libro a Lila Pastoriza, justamente, por su humor: por poder disparar contra el poder con tanta capacidad de fuego con esas armas que son el humor y la risa. Son esas armas las que tenemos que recuperar. Quizá durante el kirchnerismo tenía más sentido burlarnos de nosotros mismos, de ciertos discursos, de ciertos lugares comunes, y ahora hay que dirigir ese poder satírico hacia otro lado. Pero bueno, no sé, son suposiciones. Creo que todavía no tenemos demasiada claridad sobre el lugar al que debemos apuntar. La información todavía está decantando, se está espesando. Como cuando hacés salsa blanca: todavía estamos en el momento anterior, revolviendo y revolviendo. 

Vivo con el corazón dividido. Mirá, justo en este momento estoy preparando los documentos para presentarme a una convocatoria en Alemania y el ingreso al CONICET, porque me niego a aceptar que vaya a desaparecer, que no hay futuro para la ciencia argentina y que no puedo desarrollar mi vida acá. Ese dilema, ese tironeo, está todo el tiempo. Yo sé que puedo pagar cuatro pasajes y empezar de nuevo, y puedo hacerlo porque con mi marido José ya lo hicimos, conocemos la tan temida burocracia alemana, qué color tienen los formularios que hay que llenar. Pero no deja de dar bronca, la sensación de que constantemente puedan meterte la mano en el bolsillo y despojarte de todo lo que construiste. Si en algún momento quise irme porque sentí bronca con este país, con lo que elegía este país y con los rumbos que tomaba, con que mis viejos hubieran dado su vida por este país desagradecido –porque sí, a veces todo se me vuelve así de personal– ahora siento sobre todo ganas de que vos, yo y tanta otra gente que apuesta a estar acá pueda estar bien, pudiendo disfrutar de un país que tiene muchísimo para dar. No hace falta alejarse ni dos pasos de Argentina para darse cuenta de que la ciencia y la cultura son lo mejor que tenemos: no es casual que el ataque esté cayendo justo ahí. 


Antivisita se puede ver el miércoles 24 de abril a las 19 y a las 21 h en el Centro Cultural Konex (Sarmiento 3131, CABA). Las entradas pueden adquirirse acá.


Foto de portada: Alejandra López.