ESCONDERSE: QUÉ COSA MÁS IMPORTANTE
16-08-2024Por: Luki La Puti
Luki la Puti narra el laberinto entramado por Delfina Bustamante y Luciano Demarco en Avatares del Arte Rata desde la perspectiva de una rata
Nos juntamos para hacer bardo, estamos hartas de que usen nuestro nombre estas mugrosas de dos patas. Aguantamos bastante, nos sacaron nuestro sótano y llegaron ellas con SU basura. Porque ésta no es una basura comestible que aprovechamos, estos desechos son incomibles pero para ellas tienen un valor. Oímos la palabra “arte”, ¡cómo se tuercen sus narices cuando lo nombran! Aguantamos ese arte en nuestro reino subterráneo, pero ahora el hartazgo llegó: hablan de ARTE RATA, ¿Qué saben de ser una rata? Típico de opresor, que cuando cae en cuenta de sus atrocidades, se compadece del oprimido, robándole su voz. Milenariamente, nos acompañábamos en nuestra supervivencia, su basura era nuestra oportunidad. Fuimos objeto de adoración pero también carne de cañón. Les dimos enfermedades, nos dieron el exterminio. Ahora hacen arte basado en nosotras. Muy tarde. La tecnología rata de la que esta muestra hace alarde, es un saber que nos pasamos entre nuestras crías. Nosotras sobrevivimos en base a la crisis, es nuestra forma de organización, nos movemos en base a las dificultades que se nos presentan. Y salteamos con astucia la masacre perpetua. Mas que astutas, somos callejeras, somos pillas. Tenemos todo un mundo en contra, y aún así, estamos viviendo bajo sus narices. A lo mejor estos artistas envidian eso de nosotras. Por eso quieren nuestros márgenes, que son mas vitales que la punta de la pirámide. ¿Pero algo más quieren ocuparnos?
Bajamos por la escaleras, el lugar ya está cerrado, en plena oscuridad, y nos encontramos con un laberinto sensible. Hecho de cartón que fácilmente podemos roer y destrozar, lo reconocemos, con él envuelven su basura para sacarla de acá. O entrarla. Con las compañeras comenzamos el ataque, esta basura merece reducirse al polvo. No nos importa que no sea comestible, nos importa destruir, hacer caca por todos lados, arruinar el arte rata. Y entre todas comenzamos a desmontar este museo improvisado en nuestro nombre. Profanaron la basura y la volvieron mercancía, entonces su mercancía la volveremos a hacer basura. Algunas compañeras subieron y se arrojaron a destruir las botellas de plástico y las cajas viejas de cigarrillos. Otras comenzaron la roída del cartón. Nada es imprudente para nuestros colmillos, atravesamos hasta el metal. En el fondo unas tablas de maderas con basura pegada, se vuelve aserrín. Hojas de revistas, de papel, fotos, comienzan a ser despedazadas. Una base de tergopol cae ante las mordidas dejando una bolsa tirada en el piso. Los bordes de madera de unas ventanas con stickers empiezan a ser masacrados. Perdimos a dos compañeras electrocutadas mordiendo el cable de una tele. Otras tres lloraron al ver un colchón y reconocerse pintadas. Tontas, ese edificio idílico de ratas propietarias no existe. Otras compañeras se quedan cómodas disfrutando de unas habitaciones colgantes. ¿No entendieron? Otras pelean porque encontraron el corazón de una manzana en un velero pirata. Otras se intoxican con los restos de pinturas que intentan roer de una paleta, sin darse cuenta que estaban tragando vidrio. Una silla abierta es desmembrada frente la mirada de dos abuelitas. Un telón cae y vemos un corazón arrugado. Intentamos morderlo pero nuestros esfuerzos son inútiles, su material no cede. Algunas temblaron. Chillidos. Estos descartes, esta basura que no puede ser mostrada, penetró en nuestras lógicas y alborotó el instinto. Empezamos a huir. Otras se dejaron embelesar y roban partes de las obras para llevarlas a la madriguera. ¿Qué no entienden que esto era en contra de la basura inútil? Entre cinco veo llevarse una muñeca antigua. Otras pelean por llevarse una de las habitaciones. Un cuadro de una de nosotras cae y rompe sus vidrios, algunas ratas creyeron en un falso ídolo. Y ahí entendí: el horror comienza cuando la destrucción es parte de tu supervivencia.